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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Sanidad

La reinserción laboral tras un accidente cerebrovascular centra este año el Día del Ictus

Más de 6.000 aragoneses conviven en la actualidad con las secuelas de esta enfermedad, siendo la segunda causa de demencia en la comunidad

De izda. a dcha.: Serrano, Muñoz, Tejero, Larios, Lierta y Diego Rodríguez, director del Hospital
De izda. a dcha.: Serrano, Muñoz, Tejero, Larios, Lierta y Diego Rodríguez, director del HospitalGobierno de Aragón

Bajo el lema ‘La realidad del ictus. Lo que se ve y lo que no’, el Día del Ictus, que se celebra cada 29 de octubre, persigue este año visibilizar las secuelas cognitivas que causan los accidentes cerebrovasculares y cómo abordar la vuelta a la reinserción laboral de los afectados, una tarea que no siempre es sencilla.

Cada día, entre ocho y diez aragoneses sufren un ictus. De ellos, dos terminan falleciendo y tres sufren secuelas graves. Se trata la primera causa de muerte en Aragón en mujeres y la tercera en hombres, y la segunda causa de demencia en la comunidad. Para quienes lo sufren, un ictus supone la fragmentación de su vida laboral, familiar y social.

Así lo han expuesto este martes Carlos Tejero, neurólogo en el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza; Laura Serrano, jefa de servicio de Salud Laboral de este centro; Elena Muñoz Farjas, presidenta de la Sociedad Aragonesa de Neurología (SARAN), Miguel Lierta, presidente de la Asociación Ictus de Aragón; y Lorena Larios, responsable del área de Neuropsicología de AIDA, en una rueda de prensa celebrada en el Hospital Clínico.

Los expertos han coincidido en que la reinserción laboral de los pacientes que han sufrido un ictus depende, en buena medida, de sus secuelas neurológicas, que varían en función del tipo de accidente cerebrovascular, de la edad del paciente o de la existencia de otras patologías, entre otros factores. En este sentido, el doctor Carlos Tejero ha asegurado que “en los ictus que ocurren a edades medias en personas que trabajan es más frecuente no poder hacer una vida normal por las secuelas psicológicas que por las físicas”. Estas “secuelas ocultas” son difíciles de apreciar a primera vista en muchas ocasiones, pero resultan incapacitantes. Algunos ejemplos son los problemas de memoria o de orientación, la pérdida de la capacidad de planificación o de reacción.

Por ello es importante examinar cada caso individualmente, tal y como ha recordado Laura Serrano: “Hay que valorar cuál es el puesto que mejor se adapta a las nuevas capacidades de ese trabajador concreto, qué necesidades técnicas tiene, dónde puede ubicarse y cómo puede ser su incorporación y aportación a un trabajo en equipo. Asimismo, los profesionales recomiendan a quienes han sufrido un episodio que participen “en la medida de lo posible”, en actividades sociales placenteras, ya que ello contribuye a mejorar los aspectos emocionales y favorece su recuperación.

Hasta el 80% de los ictus podrían evitarse

De acuerdo con datos de la asociación, la comunidad registra cerca de 3.000 ictus anuales y más de 6.000 aragoneses conviven en la actualidad con las secuelas de esta enfermedad. Los problemas de memoria, la lentitud mental, la falta de claridad, las dificultades de atención y la fatiga son solo algunas de sus consecuencias, pero no las únicas. La parálisis, los problemas en la visión o la sensibilidad son otras secuelas. De hecho, el ictus supone la primera causa de discapacidad grave a nivel mundial.

Los profesionales han incidido en que el ictus no entiende de edad y han insistido en que hasta el 80% de los ictus podrían evitarse adoptando un estilo de vida saludable, con hábitos como hacer ejercicio regularmente, controlar la tensión, cuidar la dieta y abandonar el tabaco.

Cada segundo cuenta

Además, han manifestado que, en caso de ictus, cada segundo cuenta, y que la atención temprana es fundamental para evitar daños cerebrales graves. Por ello, resulta tan importante reconocer sus síntomas y, en caso de sospecha, llamar de inmediato al 061 que, tras una serie de preguntas, activará el ‘Código Ictus’ y dará al caso una prioridad total, coordinando a los neurólogos para acortar los tiempos de respuesta. Algunas de las señales de alerta son la pérdida de fuerza de un brazo, una pierna o ambos; pérdida o alteración del habla; desviación de la boca a un lado; pérdida de la visión de un ojo o de ambos.