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Sábado, 27 de julio de 2024

Discurso del presidente de Aragón, Jorge Azcón, en la entrega de la Medalla de Aragón a la Princesa Leonor

La Princesa Leonor recibe la Medalla de Aragón
La Princesa Leonor recibe la Medalla de AragónFabián Simón

Alteza, Ministra de Defensa, ex presidentes de Aragón, presidenta de las Cortes, delegado del Gobierno, alcaldesa de Zaragoza, Justicia de Aragón, Arzobispo de Zaragoza, miembros del Gobierno de Aragón, autoridades, señoras y señores:

Aragón ha edificado su historia en torno a los valores de pacto, lealtad y libertad; respetando, como bien superior, la soberanía de los ciudadanos, iguales en derechos y obligaciones ante la ley.

Quienes pisaron antes que nosotros el suelo de nuestra tierra fueron capaces de encontrar siempre un lugar común en la Justicia y en el Derecho;

también en el esfuerzo y el compromiso por llevar adelante la noble tarea de progresar juntos.

Lo expresó con pleno acierto Menéndez Pelayo:

“de dos maneras –dejó escrito- habéis enaltecido los aragoneses la conciencia humana: dictando sabias leyes y muriendo por ellas. Donde haya pueblos oprimidos, allí se invocará eternamente el nombre de Zaragoza; donde haya que alegar ejemplo de sabias instituciones, de rectitud civil y heroica fortaleza, allí resplandecerá el nombre de Aragón…”

Hoy, Princesa Leonor, tenemos el inmenso honor de contar con vuestra presencia en este emblemático lugar, que concita el sentir de los aragoneses hacia los vínculos más asentados en nuestra historia y en nuestra memoria colectiva.

Su presencia aquí, en la Seo del Salvador, es un símbolo inequívoco de pertenencia y fidelidad con la causa común de España.

Los aragoneses caminamos en nuestro quehacer diario con la tranquilidad de las gentes de bien y las personas leales, al lado de la Constitución, marcados por la experiencia vital de quienes no tienen nada que ocultar y de quienes defienden a carta cabal los irrenunciables principios de unidad e igualdad.

Y, he aquí, señora, el destacado motivo de nuestro orgullo como aragoneses de que haya aceptado ser incluida en la selecta lista de distinguidos con la Medalla de Aragón.

Una nómina que abrió, el 23 de junio de 1989, su padre el Rey, entonces Príncipe de Asturias, Don Felipe, que recibió la Medalla de manos del presidente Gómez de la Roces, hoy presente en esta ceremonia.

Alteza, cuando al alcanzar su mayoría de edad juró ante las Cortes Generales el desempeño fiel de sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas, así como fidelidad al Rey, fuimos conscientes los aragoneses de la dimensión sensible de aquel histórico momento.

Y la entendimos relacionada directamente con un sentimiento integrador, ampliamente compartido en Aragón, de conexión con la nación española.

Se afianzaba así la continuidad de la Jefatura del Estado como símbolo de unidad y permanencia de nuestro país.

Hoy, señora, particularmente los aragoneses, sumamos un peldaño más a ese empeño con esta jornada, también histórica para nuestro pueblo, en la que recibe los máximos reconocimientos de nuestra Comunidad Autónoma.

Es un honor para todos nosotros y, lejos de pensar que nos distinguimos de los demás territorios de España, lo enfocamos con un mensaje claro de fraternidad y entendimiento.

Que Su Alteza Real reciba la Medalla de Aragón, la Medalla de las Cortes de Aragón y el título de Hija Adoptiva de Zaragoza nos convoca a los aragoneses a perseverar en el imprescindible compromiso de todos con los intereses generales.

Una responsabilidad que, necesariamente, ha de ser compartida para respetar los legítimos poderes democráticos como modo de asegurar el orden constitucional, el normal funcionamiento de las instituciones y la vigencia del Estado de Derecho.

Y para ello, el papel de la Corona resulta imprescindible.

Ha llegado hasta aquí en esta mañana, Alteza, partiendo del Palacio de la Aljafería, residencia histórica de los reyes de Aragón y hoy sede de nuestras Cortes autonómicas.

De allí partía hace siglos la deslumbrante ceremonia que concluía en la Seo, en este mismo espacio, con la coronación de los reyes aragoneses.

En expresión de Pedro IV, Zaragoza era para la Corona de Aragón como Roma para los antiguos emperadores.

Lo cito porque precisamente este rey, el Ceremonioso, creó, el 21 de enero de 1353, el título de Duque de Gerona, que Fernando I decidió acrecentar pasando de duque a príncipe.

Así que, Alteza, tiene para nosotros un inequívoco sentido integrador que, junto a la dignidad de Princesa de Asturias, tal como se lee en el artículo 57.2 de la Constitución, posea los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España. Entre ellos, el de Princesa de Gerona.

Doña Leonor: ha cumplido usted la mayoría de edad en Zaragoza durante su etapa formativa en la Academia General Militar y, este hecho, señora, lo llevará consigo para siempre. Y nosotros, los aragoneses, también.

Por eso hemos querido que nuestros máximos símbolos de distinción estén en sus manos, Alteza.

Los aragoneses hemos ofrecido desde siglos nuestro empuje para construir un proyecto común;

un esfuerzo solidario que proviene directamente de nuestra lucha ante la intemperie,

una mirada limpia de quienes van de cara siempre,

una manera de andar por la vida que busca en la honestidad y la honradez sus señas de identidad.

Alteza, sabed que construir Aragón ha sido, es y será siempre exactamente lo mismo que trabajar por España.

Y, en muestra de cuanto he expresado, solicito vuestra presencia en este lugar para haceros entrega, en nombre de todos los aragoneses, desde el afecto, el cariño, el compromiso y la lealtad, la Medalla de Aragón.

Muchas gracias