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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Patrimonio Cultural

Un nuevo casco de Aratis llega a Aragón para completar la exposición del Museo de Zaragoza

La pieza, entregada por Christian Levett, se sumará a los siete cascos que ya llegaron al Museo en diciembre del año pasado y que fueron expoliados del yacimiento zaragozano de Aranda de Moncayo

La operación ha sido coordinada por el Ministerio de Cultura en estrecha colaboración con el Gobierno de Aragón

El Museo de Zaragoza ha recibido esta mañana un nuevo casco celtíbero de los expoliados en los años ochenta del yacimiento de Aratis en Aranda de Moncayo, en Zaragoza. Al igual que los siete cascos anteriores, la pieza ha sido entregada por Christian Levett, propietario del Museo de Arte Clásico de Mougins (Francia), quien lo ha recuperado con la única intención de entregarlo a las autoridades españolas. La operación ha sido coordinada desde el Ministerio de Cultura y Deporte junto al Gobierno de Aragón, con la colaboración también de la Embajada de España en París. Este casco se unirá a los siete ya depositados en el Museo de Zaragoza y será presentado oficialmente en septiembre, una vez finalizados los trabajos de restauración que se están llevando a cabo en el  edificio. La recuperación de estos cascos supone un nuevo éxito en la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales y un ejemplo de colaboración y compromiso por parte de Levett y las instituciones implicadas.

El consejero de Educación, Cultura y Deporte, Felipe Faci, ha querido destacar la colaboración y el trabajo conjunto para lograr este “nuevo éxito de toda la Comunidad”. Faci ha recordado hitos como la recuperación de estos cascos o de las piezas religiosas de Sijena retenidas en Cataluña que volvieron a su lugar de origen en la legislatura pasada, destacando el “esfuerzo incansable” de Patrimonio Cultural en la conservación del legado histórico y artístico de la Comunidad, como para tratar de recuperar su patrimonio expoliado.

La recuperación del octavo casco

En el acto de entrega de los siete cascos anteriores que se produjo el pasado mes de diciembre en la sede de la Unesco en París, el coleccionista Christian Levett puso en conocimiento de las autoridades españolas allí presentes que, además de los siete cascos que entregaba en ese momento, adquirió en 2010 un octavo casco, del cual se había visto obligado a desprenderse posteriormente, pero sobre el cual creía que podría averiguar su paradero actual.

Meses más tarde, ya en plena pandemia, Levett comunicó que había localizado la pieza y que iba a tratar de recuperarla con la única intención de entregarla sin contraprestación alguna al Gobierno de España. Finalmente, el pasado 21 de julio, la directora del Museo de Arte Clásico de Mougins informó que la pieza había sido encontrada, adquirida en el mercado internacional y depositada en el centro, quedando a disposición del Gobierno español para que fuera repatriada cuando así se considerase oportuno.

Al día siguiente, el Ministerio de Cultura y Deporte aceptó el ofrecimiento e inició las gestiones para la organización del transporte, la obtención del permiso de exportación del Ministerio de Cultura de Francia, contando para ello con la colaboración de la embajada de España en París, y la entrega de la pieza en el Museo de Zaragoza, actuando en coordinación total con el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.

Fruto de este trabajo, en apenas ocho días se han podido realizar todas las gestiones y, en un tiempo récord, el casco ha llegado hasta Zaragoza, donde se unirá a los siete que allí están depositados desde el mes de diciembre. La llegada de los siete cascos anteriores a Zaragoza se produjo en un acto oficial encabezado por el director general de Bellas Artes, Román Fernández-Baca y el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, que estuvieron acompañados por el consejero de Educación, Cultura y Deporte, Felipe Faci; el alcalde de Aranda de Moncayo, José Javier Jordán; y el director  del Museo, Isidro Aguilera.

El Museo aragonés ha estado trabajando estos meses en su reorganización expositiva, de manera que pueda mostrar al público estos cascos expoliados de Aranda de Moncayo, al que ahora se une otro más. La incorporación de estos cascos supone un enriquecimiento patrimonial inestimable para el Museo de Zaragoza y para Aragón, ya que el espacio, de titularidad estatal y gestión autonómica, ve incrementada su colección con unas piezas excepcionales que sirven como instrumento para explicar la sociedad celtíbera, muy militarizada a partir de finales del siglo IV a. C. A su vez, son una muestra singular de los gustos estéticos y la tecnología desarrollada por ese pueblo prerromano.

El Gobierno de Aragón lleva una década trabajando en este caso, cuando técnicos de la dirección general de Patrimonio Cultural tuvieron conocimiento de que un lote que podía proceder del yacimiento de Aranda de Moncayo iba a ser subastado, y comenzaron a recabar información, una misión que desembocaría en la creación de un grupo de trabajo para investigar este asunto. Tras la detención de los dos acusados, fueron trabajadores del Gobierno de Aragón los encargados de hacer la primera evaluación de los materiales incautados, visitaron el yacimiento junto a uno de los acusados y la Guardia Civil y, posteriormente, el juzgado encargado de esta operación les encargó una pericial para determinar la importancia del yacimiento de la antigua ciudad de Aratis, así como determinar los daños que hubieran podido sufrir. Los técnicos se encargaron por un lado de estudiar los daños producidos en el yacimiento –en el que se llegaron a extraer tierras con medios mecánicos- y del estudio, catalogación, documentación, inventario y tasación de los materiales incautados. Para el informe pericial se diseñó una base de datos para interrelacionar todas las piezas, un proceso muy complejo por su diversidad.

Arátikos: expolio, investigación y sentencias

Los ocho cascos devueltos a España proceden de la ciudad celtíbera de Arátikos, ubicada en la Comarca del Aranda y erigida en la Edad del Hierro entre los años 4.000 y 800 antes de Cristo, y que fue posteriormente destruida por el ejército de Roma entre los años 74 a 72 antes de Cristo, con motivo de las guerras sertorianas que acabaron también con Numancia. Este asentamiento se situaba en el llamado Cerro de Castejón, sobre la localidad de Aranda del Moncayo, en Zaragoza.

Desde finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX, la necrópolis fue expoliada de manera sistemática por dos vecinos que llegaron a reunir una extraordinaria colección de piezas metálicas celtíberas correspondientes a la edad del Hierro.

Entre los hallazgos se encontraban restos y fragmentos de un lote de cascos celtíberos de factura hispano-calcídica que fueron exportados ilegalmente al extranjero por los autores del expolio con la colaboración de un anticuario español, residente en Suiza. Los cascos se vendieron en el mercado internacional.

Varios investigadores alertaron al Ministerio de Cultura y Deporte sobre el posible expolio de un yacimiento celtibérico, si bien la falta de pruebas y la ausencia de evidencias arqueológicas que pudieran relacionar los cascos con un yacimiento concreto, impidieron avanzar en el asunto durante un tiempo.

Las investigaciones continuaron y, finalmente, la colaboración del Gobierno de España, el Gobierno de Aragón, la Fiscalía de Medio Ambiente, Urbanismo y Patrimonio Histórico y la Guardia Civil culminó en marzo de 2013 en la operación Helmet I, con la detención de uno de los autores del expolio y la intervención en su domicilio de 4.000 piezas arqueológicas. Cinco meses más tarde se cerraba la operación Helmet II, que detuvo al segundo autor del expolio, y logró la incautación de 2.000 piezas arqueológicas más.

Los dos detenidos fueron condenados en julio de 2018 por la Audiencia Provincial de Zaragoza a penas de cárcel y multas, así como a la entrega y adjudicación al Estado Español y a la Comunidad Autónoma de Aragón de todos los bienes arqueológicos intervenidos.

Dicha sentencia ha sido ratificada a finales de junio de 2020, por la Sala II del Tribunal Supremo, señalando el Alto Tribunal que la destrucción del contexto arqueológico del yacimiento, ha impedido que los especialistas conocieran datos fundamentales que podrían haber modificado la información y conocimiento de los pueblos prerromanos de la Península Ibérica.