Intervención del presidente Marcelino Iglesias en la Clausura de la Asamblea de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas en Barbastro
Marcial, el gran poeta que triunfó en Roma, en sus epigramas escritos hace dos mil años añoraba su Bílbilis natal y alababa los caldos de la Tarraconense, a los que situaba entre los mejores del Imperio. El vino es, como muestran los escritos de Marcial, un elemento que nos une a la tierra y a nuestra historia. Veinte siglos después, Aragón es una Comunidad en la que el vino, la vid, forma parte de nuestra historia, de nuestro paisaje, de nuestra relación con el medio, de nuestro presente y de nuestro más alentador futuro. En Aragón, como en otros lugares, los viñedos se han convertido en oportunidad; por el cultivo de la vid y también porque la industria del vino ha conseguido asentar población. Se ha constituido en factor de desarrollo rural y de vertebración del territorio. La vid ha sido en los últimos años uno de los mejores ejemplos de desarrollo de una industria agroalimentaria moderna y que ha generado un importante valor añadido en el territorio. Debo destacar el importante número de empleos de este sector en el medio rural sobre todo a través del tejido cooperativo, que en Aragón es el que aglutina a una parte considerable de nuestra producción. Hoy, el sector vitivinícola ha alcanzado su madurez en cuanto a la cantidad y calidad de las producciones. Las Denominaciones de Origen y sus Consejos Reguladores han sido fundamentales en este camino hacia un producto de la máxima calidad y garantía. Quisiera felicitar al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Somontano por sus 25 años de vida. En este tiempo, su excelente labor le ha convertido en una auténtica referencia para el sector. Su trabajo y su esfuerzo ha hecho que en Aragón, y junto a los otros tres consejos reguladores de la Comunidad, hayamos pasado de la venta de vino a granel a una producción que se comercializa embotellada, que cumple con las máximas exigencias de calidad, y que aporta valor y beneficio al territorio. Hoy, Aragón es un territorio vitivinícola puntero en calidad y con una implantación muy consolidada en los mercados internacionales, a los que se envía el 60% de nuestra producción. Hoy, los consumidores reconocen la calidad de nuestros caldos y gran parte de la responsabilidad la tienen los consejos reguladores por su trabajo junto a administraciones, bodegas y cooperativas. El vino es un sector maduro que tiene ante sí el compromiso permanente con la calidad, unido a nuevos retos relacionados con los sistemas de comercialización. En el mercado interior, el descenso del consumo y la irrupción de numerosos competidores son elementos que incrementan la complejidad. Hacia el exterior, el vino español necesita de mejores sistemas de promoción y de distribución que nos permitan conquistar nuevos mercados. Porque en momentos de ajustes y de crisis, de contracción de la demanda, el mercado exterior ofrece alternativas y proporciona seguridad. Los consejos reguladores tienen un doble desafío. Por un lado, asegurar ante los consumidores la calidad certificada de los productos, en lo que han demostrado una extraordinaria capacidad. Por otro, formar parte de los engranajes de mejora de la comercialización a través de campañas de promoción y en la orientación al sector sobre lo que demanda el mercado en cada momento. Y en este reto, es necesario que todos trabajemos juntos. Las administraciones debemos apoyar el empuje de bodegas y consejos reguladores, y el sector debe demostrar también unidad; los vinos de España deben trabajar para generar una imagen conjunta de calidad que sitúe a nuestro país en el lugar que le corresponde internacionalmente. Porque esa política comercial más incisiva no puede hacerse de cualquier modo y ni a cualquier precio. Debe fundamentarse en el Modelo Europeo de Denominaciones de Origen Protegidas, de las que los Consejos Reguladores son su garante esencial. Porque si el vino forma parte de nuestra cultura y de nuestra historia, al exportar nuestros vinos, en realidad, exportamos tradición, cultura mediterránea y, por que no, potenciamos el enoturismo como un elemento cada vez económicamente más significativo entorno a nuestras bodegas. La tradición vitivinícola de Aragón queda demostrada en el reconocimiento de sus cuatro Denominaciones de Origen: Cariñena, Campo de Borja, Somontano y Calatayud. La innovación queda patente en la calidad de sus enólogos, la disciplina de sus viticultores y las buenas prácticas de las bodegas que ha generado un sector dinámico e innovador que nos ubica en el mercado del vino. Y también para nosotros, el enoturismo se está convirtiendo en un excelente complemento tanto para el mundo del vino como para el sector del turismo. En Aragón, tenemos muy claro que debemos apoyar a nuestros agricultores y a nuestros productores. No nos parece razonable arrancar viñedo en este momento y no creemos que este deba ser el eje central sobre el cual gire la actual reforma de la Organización Común de Mercado del vino. Esta medida produce daños sociales, medioambientales y paisajísticos en los territorios afectados. Hemos apostado por aprovechar el impulso que tiene el sector. Optamos por el presente con un compromiso por el futuro. Espero que hayan disfrutado de su estancia en Aragón, una tierra en la que el mundo del vino forma parte de su presente y de su proyecto de futuro. En esta apuesta de futuro, estoy convencido de la importancia que adquieren, para todo el sector vitivinícola, los análisis, debates y ponencias de esta asamblea. Estoy seguro de que el trabajo que han desarrollado estos días en Barbastro será fructífero para el sector del vino y, por extensión, para toda la sociedad.
Marcial, el gran poeta que triunfó en Roma, en sus epigramas escritos hace dos mil años añoraba su Bílbilis natal y alababa los caldos de la Tarraconense, a los que situaba entre los mejores del Imperio.
El vino es, como muestran los escritos de Marcial, un elemento que nos une a la tierra y a nuestra historia.
Veinte siglos después, Aragón es una Comunidad en la que el vino, la vid, forma parte de nuestra historia, de nuestro paisaje, de nuestra relación con el medio, de nuestro presente y de nuestro más alentador futuro.
En Aragón, como en otros lugares, los viñedos se han convertido en oportunidad; por el cultivo de la vid y también porque la industria del vino ha conseguido asentar población. Se ha constituido en factor de desarrollo rural y de vertebración del territorio.
La vid ha sido en los últimos años uno de los mejores ejemplos de desarrollo de una industria agroalimentaria moderna y que ha generado un importante valor añadido en el territorio.
Debo destacar el importante número de empleos de este sector en el medio rural sobre todo a través del tejido cooperativo, que en Aragón es el que aglutina a una parte considerable de nuestra producción.
Hoy, el sector vitivinícola ha alcanzado su madurez en cuanto a la cantidad y calidad de las producciones.
Las Denominaciones de Origen y sus Consejos Reguladores han sido fundamentales en este camino hacia un producto de la máxima calidad y garantía.
Quisiera felicitar al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Somontano por sus 25 años de vida. En este tiempo, su excelente labor le ha convertido en una auténtica referencia para el sector.
Su trabajo y su esfuerzo ha hecho que en Aragón, y junto a los otros tres consejos reguladores de la Comunidad, hayamos pasado de la venta de vino a granel a una producción que se comercializa embotellada, que cumple con las máximas exigencias de calidad, y que aporta valor y beneficio al territorio.
Hoy, Aragón es un territorio vitivinícola puntero en calidad y con una implantación muy consolidada en los mercados internacionales, a los que se envía el 60% de nuestra producción.
Hoy, los consumidores reconocen la calidad de nuestros caldos y gran parte de la responsabilidad la tienen los consejos reguladores por su trabajo junto a administraciones, bodegas y cooperativas.
El vino es un sector maduro que tiene ante sí el compromiso permanente con la calidad, unido a nuevos retos relacionados con los sistemas de comercialización.
En el mercado interior, el descenso del consumo y la irrupción de numerosos competidores son elementos que incrementan la complejidad.
Hacia el exterior, el vino español necesita de mejores sistemas de promoción y de distribución que nos permitan conquistar nuevos mercados.
Porque en momentos de ajustes y de crisis, de contracción de la demanda, el mercado exterior ofrece alternativas y proporciona seguridad.
Los consejos reguladores tienen un doble desafío. Por un lado, asegurar ante los consumidores la calidad certificada de los productos, en lo que han demostrado una extraordinaria capacidad. Por otro, formar parte de los engranajes de mejora de la comercialización a través de campañas de promoción y en la orientación al sector sobre lo que demanda el mercado en cada momento.
Y en este reto, es necesario que todos trabajemos juntos. Las administraciones debemos apoyar el empuje de bodegas y consejos reguladores, y el sector debe demostrar también unidad; los vinos de España deben trabajar para generar una imagen conjunta de calidad que sitúe a nuestro país en el lugar que le corresponde internacionalmente.
Porque esa política comercial más incisiva no puede hacerse de cualquier modo y ni a cualquier precio. Debe fundamentarse en el Modelo Europeo de Denominaciones de Origen Protegidas, de las que los Consejos Reguladores son su garante esencial.
Porque si el vino forma parte de nuestra cultura y de nuestra historia, al exportar nuestros vinos, en realidad, exportamos tradición, cultura mediterránea y, por que no, potenciamos el enoturismo como un elemento cada vez económicamente más significativo entorno a nuestras bodegas.
La tradición vitivinícola de Aragón queda demostrada en el reconocimiento de sus cuatro Denominaciones de Origen: Cariñena, Campo de Borja, Somontano y Calatayud.
La innovación queda patente en la calidad de sus enólogos, la disciplina de sus viticultores y las buenas prácticas de las bodegas que ha generado un sector dinámico e innovador que nos ubica en el mercado del vino.
Y también para nosotros, el enoturismo se está convirtiendo en un excelente complemento tanto para el mundo del vino como para el sector del turismo.
En Aragón, tenemos muy claro que debemos apoyar a nuestros agricultores y a nuestros productores.
No nos parece razonable arrancar viñedo en este momento y no creemos que este deba ser el eje central sobre el cual gire la actual reforma de la Organización Común de Mercado del vino. Esta medida produce daños sociales, medioambientales y paisajísticos en los territorios afectados.
Hemos apostado por aprovechar el impulso que tiene el sector. Optamos por el presente con un compromiso por el futuro.
Espero que hayan disfrutado de su estancia en Aragón, una tierra en la que el mundo del vino forma parte de su presente y de su proyecto de futuro.
En esta apuesta de futuro, estoy convencido de la importancia que adquieren, para todo el sector vitivinícola, los análisis, debates y ponencias de esta asamblea.
Estoy seguro de que el trabajo que han desarrollado estos días en Barbastro será fructífero para el sector del vino y, por extensión, para toda la sociedad.