El IAACC se llena del “espíritu del pueblo” de Paco Algaba

El IAACC Pablo Serrano acoge hasta el 11 de abril la exposición Volkgeist, de Paco Algaba, que recoge una videoinstalación, de 45 minutos de duración, formada por un políptico de 20 metros de longitud compuesto por 10 fragmentos de paisaje, un proyecto que ya pudo verse en el CAB de Burgos en 2018 y que ha contado con una ayuda a la producción del Gobierno de Aragón. Con motivo de esta exposición, se ha editado un catálogo con textos de Nancy Berthier y Javier del Campo.   El título, Volkgeist, “espíritu del pueblo”, alude a la construcción de los estados-nación europeos, a la definición de sus símbolos y a la creación de una personalidad distintiva, en gran medida a través del paisaje romantizado. Paco Algaba parte ese paisaje y lo fragmenta y acota en segmentos verticales para que nos cercioremos de su infinitud. Presenta un espacio alejado del pintoresquismo romántico, cuestiona la representación del espacio como conciencia política y propone una tabula rasa. En palabras del artista “si bien no podemos evitar que el espacio como tal pertenezca a una comunidad, por lo que es excluyente, sí podemos pensar que su representación no debe ser parte de esa apropiación”.   Paco Algaba concibe esta obra dentro de un contenedor neutro, una caja negra que desorienta al espectador y lo sorprende al enfrentarse con el enorme friso. Compuesto por 10 proyecciones simultáneas de fragmentos de paisajes, alcanza una longitud de 20 metros, algo inabarcable para el ojo humano. Con ello el artista transmite lo inaprensible del espacio y el conflicto que genera la imposibilidad de su representación. La mayor parte de las localizaciones corresponden a un entorno próximo a Zaragoza, si bien también se aleja hasta Svalbard, el lugar habitado más septentrional del mundo, fundiendo los diferentes espacios e imposibilitando que se distinga su pertenencia a nación alguna.   El autor   Paco Algaba (Madrid, 1968) tras estudiar cine y audiovisual en Barcelona, inicia su carrera cinematográfica con el largometraje El honor de las hormigas (2002), en la línea del documental de creación. No obstante, siente la necesidad de liberarse todavía más del canon cinematográfico tradicional y se orienta hacia propuestas experimentales cuyo espacio predilecto de exposición serán los museos y galerías.   Desde la videoinstalación Haiku en 2004 hasta Volksgeist en 2021, ha ido explorando, a través de diversas temáticas y objetos, las potencialidades de la imagen fílmica desvinculada del marco coartador de la sala de cine. Desde entonces sus obras potencian la reflexión del espectador cruzando tradiciones de índole filosófica, literaria, pictórica, fotográfica y cinematográfica.