Patrimonio Cultural
Declarada BIC la iglesia parroquial de San Juan El Real de Calatayud
El templo queda protegido bajo la categoría de Monumento
El Consejo de Gobierno del Ejecutivo autonómico ha aprobado el decreto por el que se declara Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento, la iglesia parroquial de San Juan El Real de Calatayud (Zaragoza). Se trata de una iglesia del siglo XVIII de planta de cruz latina construida por la Compañía de Jesús, que mantiene la tipología de iglesia jesuita basada en el modelo de Ia de Il Gesú de Roma y que es ejemplo de la evolución del estilo Barroco al Rococó en Aragón.
A grandes rasgos, el templo presenta una nave única de tres tramos cubiertos con bóvedas de lunetos y capillas laterales entre los contrafuertes comunicadas entre sí, sobre las que discurren los coretti o tribunas con embocaduras bíforas y cerradas por celosías de madera, que responden a la perfección a las necesidades litúrgicas del espacio. Posee un transepto ligeramente acusado en planta con un crucero cubierto por una cúpula sobre pechinas rematada con linterna y una cabecera recta, tras la que se ubican la sacristía, la sala capitular y otras dependencias anejas desde las que se accede tanto a la cripta existente bajo el altar mayor como a los pasadizos que comunican la iglesia con varios edificios de su entorno.
El elevado interés histórico y artístico del edificio se ve acrecentado por la riqueza de su patrimonio mueble, entre el que destacan las pechinas sobre las que se eleva la cúpula, decoradas con unas pinturas realizadas en óleo sobre lienzo adheridas a una tablazón clavada al muro que representan a los Cuatro Padres de la Iglesia Occidental (San Agustín, San Ambrosio, San Jerónimo y San Gregorio) y que han sido atribuidas por diversos autores al pintor Francisco de Goya, aunque no se ha localizado documentación histórica que acredite dicha atribución. Además de estas pinturas, cabe subrayar varios retablos de Félix Malo (el retablo mayor luce una escultura del santo titular obra de Damián Forment), numerosos lienzos, entre los que figura un cuadro de José Luzán o una copia de Tiziano, valiosas piezas de orfebrería, ornamentos litúrgicos, etc.
Su fábrica es de ladrillo combinado puntualmente con piedra en zócalos, cornisas y elementos decorativos como pináculos y su cubierta es de teja árabe. Destaca su monumental fachada, que sigue modelos barrocos italianos de gran plasticidad y clasicismo basados en el tratado Perspectiva pictorum et architectorum de Andrea Pozzo y que acoge una elegante portada tallada en piedra con una escultura del santo titular.
Su esbelta torre de reminiscencias mudéjares está situada junto a la cabecera y fue construida en ladrillo entre 1774 y 1777. Está compuesta por tres cuerpos de planta cuadrada, ochavada y octogonal y rematada por un chapitel bulboso.
Interiormente este templo barroco sobresale por su amplitud y unidad, así como por el carácter rococó de la decoración de su cabecera, fruto de su segunda fase constructiva, que se materializa en diversos motivos de raíz orgánica y línea sinuosa realizados en yeso entre los que destaca la singular venera que decora su testero, única en la arquitectura jesuítica aragonesa.
Como obras singulares también se pueden citar un triple sitial del siglo XV realizado en madera en estilo mudéjar o el magnífico órgano situado a los pies de la iglesia, un instrumento con caja barroca restaurado en 2001.
La iluminación del interior se articula a través de los vanos situados sobre las tribunas y los abiertos en la linterna y la media naranja que cubre el crucero y que exteriormente se traduce en un cimborrio octogonal. El conjunto ha experimentado diversas intervenciones en las últimas décadas, como la llevada a cabo en 1984 en las pechinas, en 1993 en la torre, en 2006 en la fachada principal o en 2016 en las cubiertas y el cimborrio, por lo que su estado de conservación en general es muy aceptable.