Agroalimentación
Intervención del Presidente de Aragón en la entrega del Premio Nacional Don Bosco a la Innovación e Investigación Tecnológica
La Unión Europea ha declarado el año 2009 como ¿Año Europeo de la Creatividad y de la Innovación¿. Su principal objetivo es concienciar sobre la importancia de estos dos factores, creatividad e innovación, en los procesos de desarrollo económico, social y personal.
Es una declaración en la que todos estamos de acuerdo, porque sabemos que el futuro pasa, de forma inexcusable, por el fortalecimiento de nuestras capacidades educativas, científicas, tecnológicas y de innovación.
Con un objetivo similar, la Escuela Profesional Salesiana ¿Nuestra Señora del Pilar¿, con gran sentido de la anticipación, viene organizando y convocando anualmente, desde 1984, el Premio Nacional Don Bosco a la innovación e investigación tecnológica.
Hay razones más que sobradas para reconocer y felicitarles por esta iniciativa pionera que hoy es un referente nacional.
Porque es un estímulo para los jóvenes estudiantes de bachillerato y de ciclos formativos de grado medio y superior, canalizando sus inquietudes innovadoras.
Porque, a lo largo de sus veintidós ediciones, suponen una notable contribución a la creatividad y a la innovación.
La consolidación e importancia de estos premios demuestra que la Formación Profesional está muy viva. Y sin duda los premios Don Bosco han contribuido, y contribuyen, a extender su merecido prestigio y a subrayar el reconocimiento social de estos estudios.
Vivimos en una sociedad basada en el conocimiento donde, la educación y la formación representan un importante papel.
Son los ejes fundamentales para favorecer el adecuado desarrollo del denominado triángulo del conocimiento: educación-investigación-innovación.
La educación y la formación son el camino que nos lleva a ser capaces de percibir el cambio como oportunidad y a transformar las nuevas ideas en innovación.
Esta ha sido la fórmula que nos ha permitido durante décadas superar los miedos y emprender el camino de la emancipación personal, el progreso social y el desarrollo material. Y en la actualidad, en un mundo globalizado, las economías modernas están sustentadas igualmente en el conocimiento.
La economía europea y la española, basan el incremento de la productividad y el logro de mayores cotas de competitividad, en la capacidad para desarrollar nuevos productos, nuevos servicios y nuevos procesos. Una capacidad en la que la innovación es protagonista.
Una innovación muy vinculada a la creatividad. Y el estímulo de esta capacidad se hace desde edades muy tempranas y a lo largo de toda la vida. Por ello es imprescindible seguir impulsando la educación, la investigación y la innovación en todos sus niveles, tanto universitarios como no universitarios. En este contexto quiero subrayar el papel de la Formación Profesional en los procesos de crecimiento económico y de progreso social.
Un reciente estudio sobre la formación profesional en nuestro país, pone de manifiesto que el 64% de los alumnos encuentra trabajo en el plazo de seis meses desde la finalización de sus estudios.
Es un innegable éxito en términos de incorporación al mundo laboral de los titulados en los distintos grados y ciclos formativos de formación profesional.
El carecer de empleo incrementa los riesgos de exclusión; por el contrario, la formación y la cualificación son factores clave para la obtención de un empleo y para contribuir a la integración social.
Y en un cambio de ciclo económico tan brusco como el actual y con consecuencias tan negativas sobre el empleo, la cualificación profesional de los trabajadores es imprescindible para recuperar el empleo y dar respuesta a la demandada de los sectores económicos. La formación a lo largo de toda la vida es un instrumento al servicio de la calidad y de la mejora del empleo. El Gobierno de Aragón ha prestando especial atención a la Formación Profesional y a su retos: reconocimiento social, integración de sus tres subsistemas, incremento del alumnado y reconocimiento del aprendizaje formal y no formal. Y ha dado sus frutos.
El trabajo realizado nos ha llevado a situarnos entre los tres primeros puestos en el porcentaje de alumnos que eligen Formación Profesional, ya no sólo por la cantidad de la oferta formativa, sino también por su calidad.En el año 2005 pusimos en marcha la Agencia de las Cualificaciones Profesionales de Aragón con la vocación de jugar un importante papel en el reconocimiento y acreditación de competencias, del aprendizaje obtenido con independencia de cómo se ha adquirido. Es decir reconocer las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia y del aprendizaje no formal.
Hemos sido pioneros y estamos avanzando en este reconocimiento y en la acreditación de competencias.
La escolarización en Formación Profesional en nuestra Comunidad Autónoma se sitúa más de tres puntos por encima de la media nacional.En definitiva, nuestra Formación Profesional, está en una posición de ventaja con respecto al resto de comunidades de cara a la convergencia europea de 2010.
Esta privilegiada situación no la hemos conseguido solos.
La respuesta de los agentes sociales ha sido y es, en Aragón, de colaboración comprometida y responsable. Las empresas, desde su aportación de instalaciones y profesorado especialista, pasando por su participación en el módulo de Formación en Centros de Trabajo, son elementos imprescindible para que nuestro sistema de Formación Profesional esté demostrando una gran flexibilidad y un buen grado de adaptación a las necesidades cambiantes del mercado laboral.
De la misma forma hemos contado con el esfuerzo de los centros, como el que hoy nos acoge, de sus equipos directivos y de su profesorado, cada vez más integrados en su entorno social, comprometidos en el logro de los objetivos sociales del servicio público educativo. Unos centros que han sabido intensificar las colaboraciones entre la formación y las estructuras empresariales, favoreciendo la implantación de una nueva ¿cultura de la formación¿ y de la gestión del conocimiento, convencidos de que esta es una respuesta adecuada a los nuevos retos.
Unos centros de formación profesional que, sobre todo, han sabido hacer de la formación una experiencia de dignidad, reconocimiento mutuo y convivencia democrática.
Y hemos contado con el imprescindible esfuerzo de los alumnos que responden cotidianamente a los retos formativos que la sociedad actual les plantea articulando el esfuerzo solitario e individual, con el esfuerzo compartido.En esta voluntad de esfuerzo colectivo en la búsqueda de las ineludibles soluciones a los retos del presente, los aragoneses queremos seguir implementando las acciones dirigidas a hacer nuestra formación profesional más atractiva en todos sus sistemas poniéndola en un contexto de excelencia, reforzando su orientación práctica y sus capacidades innovadoras e investigadoras.
Es el reto en el que todos estamos comprometidos.
Sólo me resta felicitar a los ganadores, a los finalistas y a todos aquellos que se han presentado a la vigésimo segunda convocatoria del Premio Nacional Don Bosco. Enhorabuena a todos.